domingo, 10 de junio de 2012

EL POETA ES UN VOLCÁN

Mejor no perder la oportunidad de convertir la admiración en una declaración de amor a tus poetas, a la lava de sus poemas iniciáticos, a las fumarolas imborrables del pasado compartido, al calor posesivo de aquellas palabras únicas que ya son mías. Me ha dado las gracias, escueto y desarmado, antes de obviar mi apellido en su dedicatoria leída con letra urgente. Un gran admirador, así he sido presentado por el rubor atrevido propio de los instantes no negociables, el papel era solo una excusa y lo sabía. Desde la adolescencia, le he dicho, es uno de mis poetas, y he quedado rendido, sin decirle que no perdono su reciente deyección política, su prosa de ahora que se me antoja preocupada por los lectores, su sombra ajena que ya no persigo por despecho, que no lo sigue quizá.
El volcán también tiene sus límites en la excusa, en el papel que lo arropa, en lo material de todo amor tan lejos de lo que solo a uno le pertenece, siempre latiendo en dulce amenaza.