martes, 7 de mayo de 2013

LA TARDE

Sobre una fachada austera, con grandes ventanales interrumpiendo la simetría infinita de los ladrillos, la tarde arrastra su anaranjado estío entre las sombras perforadas de la arboleda salvaje. El silencio deja en evidencia al viento mínimo de las alturas, se deja escuchar tan minucioso como el último de los abandonados lectores de una biblioteca. La evocación pudiera llegar desde el vientre traslúcido de una madre, esta tarde tan cálida y ajena que puede uno perderse en su corazón de tiempo confuso, recuperar de su abombamiento la foto, frugal y profunda.
 
Del recuerdo al sueño, nos queda el vacío lastrado de los espejismos.