sábado, 24 de septiembre de 2011

LA VIDA DESEOSA

"Llega el otoño...", comienza hoy, como un rezo inconsecuente en la primera página de un cuaderno infantil, atrapando toda la luz de la verdad en un poema que alcanza el empate de la sencillez y la alegría. "Llega el otoño y quiere jugar con su amigo el viento...", canta el manuscrito, iluminado con un par de caducifolias bien intencionadas que se han dejado maquillar con amarillo universal (hasta un plumier cargado de abandonos puede esconder en su oscuridad todos los colores imaginables). Hay que entender la infancia como un sueño dulce, un sueño programado para ignorar las reliquias del dolor y el sufrimiento del mundo que lo cuida. A la infancia, los matices melancólicos de esta estación desfavorable (como al resto, le reconocemos una lista suficiente de paralelismos anímicos) aún no le son alcanzables, está al margen. Es su fortuna.
Los hijos son de cada cual, con los límites razonables que dejó escritos el filósofo Khalil Gibran, pero la infancia es patrimonio de todos. Por eso el futuro será siempre, en todos sus tiempos, un despertar viable...




viernes, 23 de septiembre de 2011

NOCTURNO PROBABLE

Es por la necesidad del deseo que acabamos viendo estrellas fugaces. Más que pensarlo, improvisando con urgencia su valor, lo recordamos, amarrado sin queja en la desmemoria conforme.




lunes, 19 de septiembre de 2011

LATENCIA

Todos y cada uno de nuestros gestos libres pueden ser el indicio mínimo de las grandes maneras de realizar la vida, también de comprenderla o aceptarla sin llegar a comprender. La temeridad, por ejemplo, acaba siendo el vestigio de una conducta global suicida, alejada de los límites que nos protegen. Y con la misma determinación, un exceso de celo nos despersonaliza en un tiempo y un espacio a los que, seguramente, nunca perteneceremos careciendo de voluntad y riesgo. Cuestión de coordenadas y una buena dosis de orientación... Es posible que vengamos confundidos por una educación que concentró su paternalismo más sobre la razón y no tanto sobre la necesidad, de manera que la propia conciencia de estos gestos y su trascendencia es, si aún no nos ha llegado, de alcance urgente. Para reavivar ese instinto que tan sabiamente sostiene esta red nuestra de hombres individualizados e interdependientes.





jueves, 1 de septiembre de 2011

LA CREENCIA DEL LADRÓN

No soy hombre de refranes, vaya por delante, mucho menos cuando se sentencia la muerte de la reflexión sobre lo particular de cada experiencia, de cada individuo. La incultura popular también tiene su cultura, así que es razonable que aprendamos a leer la fuente antes que la noticia.
Un refrán en especial siempre me ha reclamado la primera linea del oportunismo, este es el campo de batalla del género, aquel que dice "cree el ladrón que todos son de su condición". Nuestros negativos se manifiestan también como un antígeno, por muy ficticia que sea la infección, y acaban asentándose en nuestra conducta para reportarnos algún que otro beneficio, alguno a la altura de las virtudes. Con su defensa nos defienden, interés biológicamente prioritario, de manera que es muy fácil que acabemos viendo en los demás el mal que mejor nos representa.
Y digo yo, si nos citamos con el diablo quizá podríamos conocernos mejor...