miércoles, 23 de marzo de 2011

PALABRA DE ANIMAL

Sería imposible trasladar el guión de las fábulas a personajes humanos sin sacrificar el aprendizaje que excusa al género. Pensar en cuervos, zorros y gallos es llevarnos a la medida de una moraleja que quiere aparecer limpia y debidamente enmarcada, que no permite ser cuestionada. La humanidad leída por la humanidad llega cargada de matices que relativizan el sentido de sus historias, no hay personaje universal que nos sea útil moralmente. Necesitamos algo más que un simple hombre o una simple mujer para acercarnos a los hechos y valores, aunque nunca se nos asegurarían los paralelismos mínimos que propiciaran la cercanía y comprensión necesarias. Es casi seguro que todos los cuentos y novelas sean sostenidos por el mismo principio útil de las fábulas, pero con éstos somos mucho más exigentes y mantenemos una distancia fruto de una expectación más rigurosa. Resulta paradójico que requiramos estar lejos de nuestra naturaleza específica para hacer propio lo que es ajeno, pero es que quizás no estamos preparados para creer absolutos venidos de un igual que siempre será diferente. Porque lo ajeno y diferente es necesariamente humano, y para esto funciona mejor lo humanizado.





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