martes, 19 de abril de 2011

LUZ DE EMERGENCIA

Tenemos las puertas, están las puertas. Cuando nos rodean en la oscuridad no somos capaces de decidir, no distinguimos sus siluetas que atravesar. A veces por carencia del sentido mínimo, otras por ejercerlo en medio del caos, las puertas propias y las puertas ajenas pueden quedar perdidas con aquella desesperante ausencia de lo que está y no vemos. Las puertas respetan su contexto, no pierden su razón ni su orden, están para separar y separan, comprobemos o no, veamos o no. Si fuéramos previsores instalaríamos sobre ellas una luz de emergencia, esa corona de luz suficiente para cuando la luz cotidiana llega a faltarnos, para orientarnos cuando lo cercano se haga inmenso y desconocido.
Antes de quedarnos ciegos por tanta existencia.




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