jueves, 12 de enero de 2012

PEQUEÑAS LIBERTADES

Los mejores coleccionistas lo acaban siendo sin saberlo, a través del involuntario placer de acumular una variada representación de cualquier utilidad, que no deja de ser única contra lo colectivo, un objeto replicado por ese deseo sostenible que descubre la infinidad mientras es seducido por la afinidad.
Seguro que no todos sabremos reconocer al hombre más libre, aquel que ignora las dimensiones de su buena colección de pequeñas libertades, porque estará lejos de nuestra celebración de las grandes palabras a las que tanto gustamos constelar con orden y concierto.




1 comentario:

  1. ¿No es el coleccionista esclavo del instinto de seriación que le lleve a buscar el placer de un acercamiento a la infinidad por medio de la afinidad de sus objetos? Curioso es que la única vez que fui verdadero coleccionista fue a los ocho años con los cromos y a los doce con las monedas. Sin embargo, dejé ambas cosas. Y seguí siendo libre. Dejé de ser coleccionista sin saberlo para cultivar un jardín interior sin casi darme cuenta. Hasta ahora ...

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