viernes, 25 de febrero de 2011

VERBOS, ÉSA ES LA CUESTIÓN

Esta mañana he encontrado un libro en una de las esquinas de la mesa del salón voy a intentar no despistarme con la vida nocturna de las bibliotecas para no forzar la maquinaria de esta excusa literaria, El arte de ser feliz de Schopenhauer. Preparado el instrumental de un mínimo quirófano creativo (rotulador, la página cuadriculada de un cuaderno, tijeras y cinta adhesiva con ese comienzo siempre perdido), he sustituido el "ser" por el "hacer" en la portada, a modo de poema visual, para cuestionar la obsesiva búsqueda de la propia felicidad, no muy diferente a aquella famosa fiebre del oro que cargaba a los hombres de insatisfacción. Ser feliz... Nuestra existencia es principalmente actitud, así que lo que somos, lo que sentimos que somos, acaba siendo un concepto inconsistente que nunca podremos cerrar. Con la moderna autoayuda y sus egoísmos saludables, viviremos cada día con invencible ostentosidad, pero con este artificio no solventaremos el dilema sobre qué verbo nos acerca más a la felicidad. No cabe duda de que hacer feliz, procurar felicidad, es un camino expuesto a justicias y como tal muy exigente con el convencimiento moral de quien invierte, pero que deja a nuestro alcance la constancia directa del valor en cuestión. Por lo tanto, supone la más estable de todas las posibles cercanías con la felicidad.
Serlo, dependería del éxito de las reciprocidades...



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